El baúl literario
jueves, 14 de mayo de 2020
lunes, 15 de abril de 2019
TÉCNICAS PARA PERDONAR
El siguiente es un fragmento extraído del capítulo "El perdón" del libro "La última oportunidad" del mexicano Carlos Cuautemoc Blanco:
[…] – Los seres humanos nos dañamos unos a otros –continuó Vallés con
decisión-. A diario hay muchas personas acusadas y sentenciadas injustamente,
cientos de muchachas seducidas, miles de mujeres abandonadas, millones de
hombres asaltados o golpeados; a nuestro alrededor pulula la sevicia, el abuso
sexual, el chantaje, el fraude, la violencia familiar, el incesto y, lo más
frecuente, la falta de consideración por parte de nuestros seres queridos.
Cuando hemos sido afectados por algo así sobreviene en nosotros un odio
natural, un deseo de tomar revancha y una terrible soledad. Nadie está exento
de ser lastimado por otro ser humano; es más, me atrevería a decir que a todos
nos seguirá ocurriendo y debemos desarrollar un mecanismo de defensa para no
permitir que, por atropello de alguien, nuestra vida pierda sentido.
-¿Mecanismo de defensa? –cuestioné-. ¿A qué se refiere?
-Solo alcanzan la plenitud de la vida quienes asimilan y practican el perdón. La única manera de extraer de
nuestro cuerpo el veneno que nos inyectaron otros es perdonando. Así como lo
oyen. De nada sirven parapetos. La gente los va a herir a menos que se vuelvan
ermitaños encapuchados. Perdonar es abrir la puerta que los sacará del recinto
de la amargura. Corrijan el concepto en su cabeza, por favor. Al perdonar a la
persona que me falló no le estoy haciendo un favor a ella, me lo estoy haciendo
a mí mismo: cuando perdono sinceramente a mi agresor la paz me inunda, aunque
mi agresor no se entere; de la misma forma, cuando lo odio me invade la pesadumbre,
aunque igualmente mi ofensor esté totalmente ajeno a lo que siento por él.
[…] Por favor, pongan mucha atención. ¡Es importante! Para perdonar a
alguien se requiere: Número uno, ENFRENTAR ABIERTAMENTE EL DOLOR por lo que nos hicieron. Número
dos, EVALUAR LO QUE NOS CUESTA
AQUELLO QUE PERDIMOS, y número tres, REGALAR MENTALMENTE LO QUE PERDIMOS. Para dar el primer paso
dejemos de racionalizar diciendo “no ocurrió nada, a fin de cuentas no me
afecta la conducta del otro, algún día me las pagará, pero definitivamente yo
estoy bien”. Esa actitud es absurda. ENFRENTAR
ABIERTAMENTE EL DOLOR es reconocer que estamos terriblemente heridos, que
el proceder de aquel sí nos afectó, nos hizo daño, nos duele definitivamente…
El segundo paso, EVALUAR EXACTAMENTE LA
PÉRDIDA, significa calibrar lo que nos quitó, hacer un recuento real de lo
que perdimos y reconocer el valor que eso tenía para nosotros.
¿Qué fue lo que yo le quité a ella? ¿Seguridad, autorespeto, alegría de
vivir, la oportunidad de culminar su carrera, la tranquilidad de sus padres?
-El tercer paso –continuó Vallés- es el más difícil. Es el salto de la
muerte, el punto culminante y definitivo. Sin el tercer paso los otros dos no
sirven más que para reconocernos abiertamente como mártires. Con él, en cambio,
la fórmula hace estallar el mal y nuestra vida se llena otra vez de energía
positiva. Hemos reconocido el dolor y evaluado lo que perdimos. Ahora debemos
REGALARLE A NUESTRO AGRESOR AQUELLO QUE NOS QUITÓ, pensar que decidimos
obsequiárselo. No se lo merece, definitivamente, pero como de cualquier modo ya
no lo tenemos, vamos a volvernos mentalmente su amigo, tratar de ponernos en
sus zapatos, comprender sus razones, justificar sus impulsos y decirle con nuestro pensamiento: “Eso que me quitaste, quiero
pensar que te lo regalo…” Este último paso es el verdadero perdón, es el giro
definitivo, el último dígito de la combinación. Sin él no hay nada; con él,
todo.
“El perdón es un obsequio inmerecido. Igual que el verdadero amor. El amor
real jamás podrá ser un premio, el amor es un regalo. Los seres humanos
superiores son capaces de decirle a sus hijos y a su pareja: “Te amo, no como
premio a tu conducta sino a pesar de tu conducta…” Nadie que condicione su
cariño a alguien lo ama verdaderamente.
lunes, 27 de julio de 2015
viernes, 17 de julio de 2015
Importancia de las imágenes en la educación
Aunque las imágenes han tenido importancia en todas las épocas, solo actualmente ante la abundante información que nos llega a través de ellas se hace necesario realizar una clasificación según la función que cumplen: informativa, exhortativa, estética y recreativa.
Después de analizar el video, registra la información a través de un organizador visual en Xmind.
Comenta las siguientes imágenes, indicando su propósito comunicativo y el mensaje:
Imagen 1
Imagen 2
Imagen 3
Imagen 4
Imagen 5
Utiliza la siguiente ficha de coevaluación con tu compañero del costado para evaluar los comentarios y publicaciones en el Blog y Grupo de Facebook.
sábado, 8 de noviembre de 2014
EL
PEQUEÑO NIÑO
Érase una vez, un niño que iba al colegio. Él era bien
chiquito y su colegio era bien grande. Cuando el niño descubrió que podía trasponer la puerta de la calle e ir a
su salón de
clases caminando, se puso feliz y el colegio ya no le parecía tan grande como antes.
Una mañana cuando el niño estaba en el
colegio la profesora dijo: "hoy vamos a hacer un dibujo" ¡Qué bueno! Pensó el niño, pues le gustaba hacer dibujos. El podía hacerlos de todos los tipos: leones,
tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos. Tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar.
Pero la profesora
dijo: "esperen, todavía no es hora de
comenzar". Ella esperó hasta que todos estuvieran listos.
Ahora dijo la profesora, "nosotros
vamos a dibujar flores" y el niño se puso a dibujar bonitas flores con sus lápices rosa, naranja y azul.
Pero la profesora
dijo: "esperen, quiero mostrarles como hacerlo" y dibujó una flor roja
con el tallo verde. Luego les dijo: la profesora, "ahora ustedes pueden
comenzar".
El niño miró la flor de la profesora y miró su flor. A él le gustaba más su flor, pero no podía decirlo, volteó el papel y dibujó una flor igual a
la de la profesora, era roja con el tallo
verde.
Otro día cuando el niño estaba en una clase al aire libre, la
profesora dijo:
"Hoy haremos alguna cosa con
arcilla", ¡Qué bueno!, pensó el niño, a él le gustaba jugar con arcilla, podía hacer todo tipo
de cosas: elefantes, pericotes, autos y camiones y se puso a amasar y hacer una
bola de arcilla, pero !a profesora dijo: "esperen, todavía no es
hora de comenzar", y ella esperó hasta que todos
estuvieran listos. Ahora, dijo la profesora,
"haremos un plato", "qué bueno" pensó el niño, porque le gustaba hacer platos, y se
puso a hacer platos de diferentes formas y tamaños.
La profesora dijo:
"esperen, voy a enseñarles cómo se hace", y ella les enseñó
cómo hacer un plato hondo. Luego les dijo:
"ahora ustedes pueden comenzar".
El niño miró el plato de la profesora y después miró su propio plato, a él le gustaba más su plato que el de la
profesora, pero no podía decírselo. Amasó toda su arcilla formando una bola
grande e hizo un plato igual al de la profesora, era un plato hondo.
Pronto el niño aprendió a mirar y hacer las cosas
exactamente como la profesora, ya no
hacía las cosas como él pensaba.
Entonces ocurrió que el niño y su familia se
mudaron de casa, a otra ciudad y é! tenía que ir a otra escuela.
Esta escuela era más grande que la otra y no había puerta de calle
para su salón. El tenía que subir grandes peldaños hasta su salón.
El primer día que estaba en la escuela, la profesora dijo: "hoy vamos a hacer
un dibujo",
"que bueno pensó el niño y esperó que la profesora dijera lo que
había que dibujar,
pero la profesora no dijo nada y sólo caminaba por el
salón.
Cuando ella llegó donde estaba el niño, le preguntó "¿no quieres dibujar?",
"Si", dijo
el niño, ¿qué vamos a dibujar?.
"Yo no sé hasta que tú lo hagas", dijo la
profesora. "Dibuja lo que te guste", dijo la profesora. "¿Y de que color?",
pregunto el niño. La profesora respondió: si todos hacen el mismo dibujo y usan los mismos colores, cómo voy a saber ¿cuál es
el dibujo de cada uno?.
"Yo no sé" dijo el niño y comenzó a dibujar una flor roja con
tallo verde.
Helen
E. Buckey U. of Bridgeport
Suscribirse a:
Entradas (Atom)